lunes, 19 de mayo de 2008

S o l e d a d

LXI


Redonda, etérea y azulada
acaricia, con sus olas recatadas,
las nostálgicas arenas de mi vida;
inventa, la mar infinita y generosa,
coloridos crepúsculos y auroras renovadas,
que restañen mi alma herida.
Mas, ¡ay!, no por ello, regresarás amada,
a esta isla olvidada, ya perdida...